Deportes

El año en el que vivimos en peligro, pero con Davis y “pesada herencia” olímpica

El balance de un año atribulado. La Selección y el fútbol argentino quedaron al borde del abismo por una de las crisis provocadas, que no solo afectaron a la pelota. La gran perfomance del deporte argentino en Río 2016 y la conquista centenariamente postergada del tenis dieron motivos para celebrar.

por Vito Amalfitano



Fue el año en el que vivimos en peligro. En el fútbol. Y en la vida. En ambos casos por crisis provocadas a propósito. Lo cierto es que la Selección Argentina llegó a la final de Copa América Centenario en virtual acefalía dirigencial y no solo se perdió esa final, tras el penal errado de Messi en New Jersey, sino la cordura y el rumbo.

La Selección tenía un técnico y un proyecto y estaba primera en eliminatorias. Pero llegó sola a esa final, después de esa intervención innecesaria del gobierno nacional a través de la IGJ y todo lo que se desató en la AFA, cuando ya había elecciones previstas, estatutarias, para el 30 de junio. El desatino se completó con un vaciamiento del equipo nacional que tenía que viajar a Río, encabezado por Daniel Angelici (se negó a dar los jugadores de Boca), el mismo que había impulsado aquella intervención de la IGJ. El resultado fue la renuncia de Gerardo Martino, la vergonzoza participación en los Juegos, con DT y plantel improvisado, la elección de la Comisión DESnormalizadora de Edgardo Bauza y la caída en la tabla hasta puestos de afuera de Mundial o repechaje. Lo peor fue que se volvió a los tiempos anteriores del 74, con una Selección que dejó de ser prioridad y dejó de ser seria. En el medio hubo una renuncia del astro Lionel Messi que nunca se efectivizó. No medió partido alguno entre su “renuncia” y su “vuelta”. Lio no comandó al equipo y fue parte de un triste papel en Belo Horizonte ante Brasil, pero salvó a la Selección de una debacle peor con su gol con rebote ante Uruguay y su notable actuación frente a Colombia. En este último partido volvió a la titularidad del equipo Ever Banega, quien hasta la salida de Martino había sido el mejor futbolista de la Selección en el primer semestre, cuando Argentina estaba primera en las eliminatorias.

Lo de la crisis provocada se sostiene con datos empíricos. Como en muchas otras áreas, al fútbol se lo asfixió a propósito. No se le giraron en tiempo y forma a la AFA los fondos establecidos por contrato de Fútbol para Todos durante todo el año, y el propio Marcelo Tinelli lo está denunciando a fin de año, con una rescisión unilateral del gobierno de algo que Mauricio Macri había prometido que seguía hasta 2019. Pero todo lo que no se giró durante el año fue para que la AFA estallara. Y se jugó con fuego. Estuvimos y estamos al borde de la desafilación por esa crisis provocada. Como dice Diego, nos salva Messi. Sino ya estaríamos afuera de Rusia 2018.

Lo peor es que ese “jugar con fuego” se extendió a otras cuestiones de nuestra vida cotidiana. El fútbol fue solo un espejo, de un vaciamiento a propósito. De la invención de una “pesada herencia”.

Pero de eso que heredamos, entre otras cosas, llegó la mejor perfomance olímpica en 70 años. Y asistimos en Río de Janeiro a unos Juegos inolvidables para Argentina. Con los ejemplos de vida, no solo deportivos, de Paula Pareto, Santiago Lange, Juan Martín Del Potro y Los Leones, y con el record de participación, más allá de las medallas. La cantidad, de la que sale la calidad, no fue casual, sino el producto de una política deportiva que se sostuvo por 12 años y que tuvo su gran hito en la creación del Enard, en 2009.

Lanús y River campeones, Boca festejó solo horas



Fue el año de Lanús como el campeón más pleno, el del único torneo de Primera División tradicional que dio un título. Y lo hizo con buen fútbol. River fue otro campeón, de la Copa Argentina, con premio doble, por la clasificación tan complicada a la Libertadores. Boca es el único grande que no clasificó a un torneo internacional (otro “éxito” de la “gestión Angelici”) pero le ganó un gran partido a River 4 a 2 en el Monumental, aunque la alegría le duró pocas horas, por el triunfo de su tradicional sobre Central tres días después y porque Carlos Tevez se fue a China sin siquiera confirmar oficialmente su despedida cuando ya se había puesto la camiseta de su nuevo equipo.

Tras los Juegos y antes de la epopeya de la Davis, lo dicho, la Selección Argentina anduvo a los tumbos, tocó fondo en Belo Horizonte en el 0-3 con Brasil y levantó al influjo de Messi en San Juan frente a Colombia. Pero seguimos también ahí en peligro, no adentro de Rusia precisamente, y sin una idea clara que baje de la conducción, ni del entrenador, Edgardo Bauza, mucho menos de la Comisión DESnormalizadora.

De Río a Zagreb, el camino mágico hacia la Davis



Llegó nomás el bálsamo de la Davis para terminar con una alegría inédita un año atribulado. La Copa empezó a ganarse justamente en Río, con el alumbramiento de un nuevo Del Potro. Hasta su triunfo con Djokovic en el Centro Olímpico de Barra de Tijuca no estaba ni en la más afiebrada mente optimista la idea de llegar lejos en una Davis que se venía con todo en contra, con una serie semifinal de visitante ante Inglaterra. Esa victoria 7-6 7-6 ante el número uno del mundo fue el domingo 7 de agosto. El lunes Delpo tuvo que volver a jugar y ganar ante el portugués Sousa y además estuvo en el doble que perdió con España. Tres partidos en menos de 24 horas en un programa que parecía creado por su peor enemigo. Al cabo de esa jornada titánica nos atrevimos por primera vez a preguntarle a Daniel Orsanic por Del Potro en la Davis, algo que hasta ahí ni se consideraba.

Fuimos más lejos, le lanzamos si esto de jugar tres partidos en tres días habilitaba la posibilidad de que esto ocurriera con el tandilense en la definición de la Copa, porque se venía la semifinal.

No fue una premonición, aunque bien lo pareció. Solo el hallazgo periodístico. El resto lo hizo el propio Del Potro, con tres meses de ensueño que lo llevaron, efectivamente, a jugar los tres partidos de una final de la Davis, en noviembre, y además a ser decisivo para ganarla por primera vez en la historia para Argentina. De Río a Zagreb hubo una carrera mágica hacia la gloria. La conquista de la Copa más deseada y negada para la historia del deporte argentino, con el héroe olímpico al frente de la gesta, nos salvó el año en el que vivimos en peligro…

Te puede interesar

Cargando...
Cargando...
Cargando...